viernes, 20 de agosto de 2010

Ruta Annapurna II

Día Decimoquinto - De Khinga a Jomsom


He visto piedras más blandas que la cama en la que he dormido, pero bueno, el lugar me encanta y por 0,33 euros que ha costado dormir...no está mal.

Toca levantarse temprano para intentar llegar al Thorung La, un paso a 5400 m. Personalmente, creo que va a ser jodido porque es salvar un desnivel de 2100 metros pero partiendo ya de 3300...

Por si sí o por si no, me zampo un desayuno de un par de huevos (literalmente), dos tostadas con mantequilla y café con leche. Si me hago un análisis de colesterol ahora, reviento la máquina...

Sólo llevo un día en esta zona y es la parte del viaje donde, de momento, mejor me he sentido. Al principio del viaje, he de reconocer que echaba de menos todo lo relacionado con España, pero desde que estoy en esta zona, he desconectado totalmente, siento como si llevara aquí toda la vida. No tiene nada que ver con el resto de Nepal. Es un rollo totalmente tibetano, pero sin el rigor de aquél clima y con más "comodidades" (véase lo referente a la cama al inicio de esta entrada). Me siento lleno de fuerza y vitalidad, tanto física como psicológicamente. La combinación piscina-trócolos ha dado su fruto, es lo mejor para la montaña.

Así que con esta energía, salgo hacia Muktinath, donde hay un templo hinduista, que si da tiempo, visitaré a la bajada, porque el intento del Torung La va a llevar su tiempo. No obstante he pasado de 3300 m a 4200 en hora y media. Sin embargo el mal de altura es algo que a cada persona le comienza en un punto, dependiendo del hierro que tenga en la sangre, capacidad pulmonar, etc. En mi caso, voy perfecto hasta 4200, y ahí empiezo a notarlo.

Así que veo claro que va a ser imposible llegar hasta arriba. Me detengo en el último lugar habitado antes del Torung La, una casa de piedra en mitad de una ladera empinadísima donde vive una mujer que prepara te y prepárate. La tía vive sola ahí en el quinto pino, y hace bufandas y mantas de lana. En invierno no se aburre nada (léase en tono sarcástico).

La lluvia y el frío son la gota que colma el vaso para desistir en subir al Torung La, además de ser demasiado desnivel para un solo día. Así que disfruto de la bajada de nuevo hasta Muktinath, donde esta vez sí que entro al monasterio y me mojo las manos, pero sin pedir deseo, en la fuenbte de los cien chorros. El templo está lleno suddhus que tienen un morro que se lo pisan. Tocarse la huevada es un ejercicio gratificante donde los haya, el problema es que la gente no te suele dar dinero por hacerlo, más teneiendo en cuenta que durante todo el camino hay gente dejándose el lomo arreglando las carreteras que están destrozadas por las lluvias...es que los sadduhs saben mucho.

Finalmente y tras un retorno frenético y recorrer 31 km a una altura considerable, llego de nuevo a Jomsom. El alojamiento de esta noche es muy rural, personalmente me gusta. Nos atienden una mujer y una niña a la luz de las velas porque no hay electricidad. Por supuesto ceno Dhal Baat y me quedo nuevo. Me tengo que duchar en la letrina propiamente dicha, porque no hay otro agujero/desagüe en la casa. No hay agua caliente, así que la mujer caliente agua en un cazo y me lavo como puedo.

Leyendo el anterior párrafo, diréis, pues vaya una mierda de sitio y de vacaciones. Sin embargo, ahora estoy escribiendo esto en la libreta chunga que compré en Kathmandu y me siento en la gloria, en una cama humilde, pero que en comparación de la cama pértra de esta noche, me parece un paraíso, y es que todo es relativo.

Todavía no me he ido y ya quiero volver. Y es que, no sé por qué pero aquí, hablo con todo el mundo y me siento muy suelto, como el arroz del Dhal Baat.

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