sábado, 28 de agosto de 2010

Ruta Annapurna VI (Stairway to Ghorepani)


Decimonoveno día - De Tatopani a Ghorepani


Tenía razón Felipe González, el guía nepalí de la pareja de catalanes, y el día ha comenzado soleado. Corro la cortina, y me encuentro una araña como mi mano de grande en la ventana...buenos días Tatopani!!!

Desde la tranquila y única calle que recorre Tatopani, puedo contemplar el Nilguiri. Parce mentira, lo estoy viendo y parece que es un montaje, un escenario.

La jornada de hoy en principio es la más dura, hay 1800 m de desnivel en 18 km, así que la pendiente media es fácil de calcular...(¿1o%?) y no sé si supondrá uno o dos días. En cuanto salgo del pueblo el camino principal continua pegado al gran Kali Ghandaki que discurre hacia el sur. Sin embargo, para acceder a Ghorepani hay que coger una pequeña senda a la derecha hiperempinada, que parte nada más cruzar un puente a la salida de Tatopani. La razón de coger este trayecto, que es muchísimo más duro que continuar bajando junto al río, es subir al Poon Hill, a 3200 m, y desde donde se pueden ver los Annapurnas y el Dhaulaguiri.

La subida es tremendamente dura, un camino empinadísimo y en cuestión de media hora, miro al cañón de donde vengo y ya ha quedado muy abajo. Esto es bestial.
Una vez más, a arquitectura se va amoldando a la orografía y a las condiciones meteorológicas, y aquí vuelven a ser una especie de cabañas de madera muy aisladas unas de otras y con gran terreno. Nada que ver con los pueblos de piedra de unos cientos de metros abajo.



El tema aquí, es que, como ya dije en otra entrada, las montañas son tan tremendas, que te pones a subir una de las que ni siquiera se ven, y resulta que has subido lo que en España sería subir al Veleta...pero no eres consciente, porque lo único que has hecho es subir por una ladera sin dejar de ver alguna montaña cinco veces más grande que tienes en frente, con loq ue te da la impresión de no haber hecho nada, sin embargo, te has pegado 8 horas para subir esa ladera...

El camino desaparece y comienza el calvario. Ahora la pendiente es acojonante y los pueblos están unidos entre sí por una senda vertical en medio del barrizal/bosque. Los ghurkas, de los cuales creo que he hablado en alguna ocasión, mejoraron las comunicaciones entre estos pueblos tirando pedrolos al camino, pero pedrolos como un sofá de grandes, con el fin de darle consistencia. Es superduro subir porque son "escalones" de piedras tiradas una encima de la orta sin orden ni concierto. Pero sólo de imaginar lo que debía ser desplazarse antes directamente por el barro en estas laderas casi verticales, en donde no para de llover...debía ser la leche. Aún así, de vez en cuando me cruzo con personas que transportan mercancías de un pueblo a otro.






El bosque se hace más y más húmedo, y en un descansito...zas!!! la primera sanguijuela, moviéndose de una forma absolutamente repugnante, como si necesitara esforzarse para dar asco...Salgo corriendo escalones para arriba, hasta que encuentro un chiringuito de los muchos que hay, que son pa verlos...Son casetas donde no suele haber nadie, pero que si pegas un grito "Namasteeeee" seguro que se asoma alguien. Venden agua, galletas y poco más. Le comento lo de la sanguijuela, y se parte de risa, de ver lo alterado que estoy por algo con lo que él convive. Me despido y digo, "voy a hacer una fotaca, que es gratis", y de repente, me cago en el copón!!! con la estampida que había pegado en la zona de la sanguijuela, me había dejado allí la cámara. Bueno, no os digo na, me tiré para abajo como un loco deshaciendo el camino de los escalones, no tanto por la cámara, sino por no perder todas las fotos que había hecho durante el viaje...madre mía, me quería morir sólo de pensarlo. Tuve que bajar algún kilómetro, y luego volver a subir claro, pero al menos, la cámara estaba allí, y aparentemente sin sanguijuelas.

Llevo unas siete horas caminando sin parar, y empiezo a buscar algún sitio para comer. Lo poco que hay está todo cerrado, porque es temporada baja por los monzones. Llega un momento que se me pasa el hambre, pero al final como un Dhal Baat en un lugar ocn un jardín precioso, en el que si mirabas un poco te dabas cuenta de que estaba asquerosamente lleno de sanguijuelas. No sé si os habréis dado cuentga, pero me dan mucho asco las sanguijuelas. He visto de todo aquí, arañas, ratas, etc,,,y no tengo ningún problema, pero que se me suba un gusano, me hinque su horrible boca en mi piel, y se deforme hinchándose a costa de mi sangre...me supera.

En fin, después de comerme el Dhal Baat de cada día, son las 4:30 y finalemente, puesto a hacer el bestia, pues lo que debía hacerse en dos etapas, lo voy a hacer en una, así que tengo que apretar todavía más el ritmo, porque el último tirón parece duro según el mapa. Y sí que lo es.








Llevo todo el día pensando si merecerá la pena tanto esfuerzo físico como el de hoy, por el hecho de contemplar los picos, eso si hay suerte y esta despejado. Creo que si vuelvo a esta zona, no repetiré estre tramo, es muy duro, y eso que me encuentro fuerte. Sin embargo, al llegar a Ghorepani, me lo replanteo al poder contemplar ante mis ojos los cuatro Annapurnas, el Machhapuchre, el Nilguiri y el Dhaulaguiri. Objetivamente es más espectacular que el Everest, que no lo es poco. Lo que pasa es que el desnivel en esta zona del Himalaya es mucho mayor. Las montañas son acojonantes, son otra cosa, no son montañas, habría que cambiarles el nombre. Estoy flipando, estoy aturdido. Entre el esfuerzo físico y esta recompensa sensorial, realemente estoy comop drogado, parece haberse parado el tiempo, el sonido, todo. No soy casi capaz de sentir nada y mi pensamiento se bloquea. Me ha superado esta imagen. Ahi esty, sudadérrimo, con el Dhaulaguiri detrás:
Me pido un te de menta, par aver si me centro un poco. De paso, encargo la cena, voy a cambiar el Dhal Baat por pollo con patatas fritas,,,jejeje.

La habitación está bien, con unas vistas tremendas, y la ducha regular na más. Además, no me traje toalla por no llevar mucho peso y me tengo que secar al aire...que precisamente no es caliente, con lo cual me pego una tiritona que flipas. Menos mal que abajo había una chimenea...

Estoy algo cansado y me acuesto a las 21:00, porque mañana a las 4:00 AM subiré otros 800m más hasta el Poon Hill, para ver los picos mejor todavía. El amanecer es el mejor momento del día para verlos, porque luego empieza el calor, que convierte la humedad en nubes, y te tapan la vista. Así, que hasra mañana.

2 comentarios:

  1. Las cuestas a Gorapani y a Poon Hill son duras pero la vista merece la pena aunque haya que madrugar. Disfrutarlo!
    JAM

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  2. Y tanto, ya estoy pensando en volver a Nepal a hacer algún pico algo más alto. Me sentí muy bien en esas duras subidas, es una sensación de superación que no había tenido antes. Un saludo!!!

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