miércoles, 4 de agosto de 2010

Ruta de la Amistad I

Sexto día - De Lhasa a Gyantse

He dormido regular porque a pesar de estar en la capital del budismo, estamos alojados en el barrio musulmán, y al imán de la mezquita le gusta cantar bien tempranico. Para compensar, el día en Lhasa ha amanecido con un sol precioso. Me asomo a la ventana y veo ya el bullicio de la gente abriendo sus comercios e instalando sus puesto de mercadillo.

Sin más dilación y con unas ganas locas de comenzar lo que es uno de mis sueños, cruzar por tierra la cadena del Himalaya, cargamos la furgoneta y nos ponemos en marcha. Sin embargo, a los pocos minutos nos tenemos que detener porque hay un atasco impresionante a la salida de Lhasa. Pronto nos dice Dolma que las lluvias que han caído durante toda la noche han roto la carretera. Así que toca esperar, nos damos un paseo y hacemos algunas fotos. Al final han sido dos horas.

Salimos del atasco y ahora sí que sí. Comenzamos a subir el primer puerto. De momento, para ir calentando tiene 4000 metros. A sus pies, se encuentra el lago Yadronk, que tiene forma de serpiente y hasta una isla en medio. No tiene ni un solo pez,porquelos chinos se encargaron de esquilmarlo al inicio de su ocupación. Es grandísimo y tardamos un par de horas en culminar la carretera que lo rodea y llegar a un pueblo que hay en su orilla donde comimos como reyes (repetí dos veces). Por cierto, me he ganado el título de zampabollos del viaje porque soy el que más come con diferencia, siempre me pongo salsa picante y de momento no me he puesto malo del estómago.

Con la barriga llena se afronta mejor el mal de altura, os lo digo yo, y es que, teníamos por delante el primer puerto importante, el Karo-La, de 4900 metros. Nos bajamos del coche, porque pasa pegado a un glaciar que cae de una montaña de 7000 metros. Estamos fatigados, en parte por el mal de altura, en parte por la emoción. Volvemos al coche con dolor de cabeza ocasionado porque el cerebro se aprieta contra el cráneo intentando salir de él por la falta de presión.

A partir de aquí el camino se pone realmente espectacular. Montañas de todos los colores, azul, amarillo, naranja, rojo, dorado...y cañones profundos, nos conducen a Gyangtsé, a 3977 metros de altura. Pasamos por un gran embalse en contra del cual estaban los tibetanos, pues pensaban que al final la energía se la llevarían los chinos, y visto lo visto, creo que estaban en lo cierto.

Durante la cena, estamos todos afectados por el mal de altura , unois mas que otros, y surgen comentarios y conversaciones un tanto surrealistas. Nos reímos a carcajada limpia montándola fina en el local. Para ser la primera etapa, ha estado muy bien.

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